En la música, como en la vida en si misma, los extremos están muy próximos, y Polar, en este su cuarto álbum, sólo han tenido que dar un pequeño salto para ir de un lado al otro de la cuerda. Después de un disco como "Comes with a smile" extenuante, agotador, que requirió de mucho tiempo y esfuerzos para su grabación, lleno de arreglos, con una instrumentación muy rica y variada, casi se veía venir lo que vendría después, este "Surrounded by happiness" con unos Polar en estado puro.
Y es que aunque el título conecte de alguna manera ambos discos, hay a la vez mucha distancia y cercanía entre ellos. Distancia porque lo que allí era dulzura, aquí es aspereza. La amable y risueña sonrisa de Aramburu queda reemplazada ahora por la visión de la felicidad más compleja de Nacho Olivares: ambigua, melancólica, irónica, oscura, urbana... Lo que allí era paz aquí es tensión, lo que allí eran sonidos acariciantes aquí es distorsión y fuerza. El cuarteto de cuerdas, el órgano Farfisa, el metalófono... Todo a la basura, para dar forma a un disco básico, concebido para una formación de dos guitarras, bajo y batería, y grabado prácticamente como si fuera interpretado en directo. No por casualidad, en "Surrounded by happiness", el cuarteto valenciano logra plasmar la intensidad, la inmediatez y la dimensión que sus guitarras alcanzan en sus conciertos. Por todo ello, quienes creyeran que las atmósferas y las melodías de Polar habían tocado techo, comprobarán ahora que llegan hasta el cielo y están en contacto con las estrellas... como adelantaron en su segundo álbum "A letter for the stars".
Casi sin "overdubs", registrado en tres días y medio, "Surrounded by happiness" contó con el inestimable trabajo a los mandos de Matthew Barnhart, responsable de haber producido a bandas como Knife in the Water o The New Year, auténticos adalides de la austeridad sonora y detractores absolutos de la habitual pirotecnia de los estudios de grabación. Por eso "Surrounded by happiness" suena más directo (valga la redundancia), más puro, en resumidas cuentas, más adictivo, donde Polar siguen ofreciendo más caras. Y si no ahí queda ese trío ganador de ases que es "Tell me", "Martin Eden" y "Stuart", toda una declaración de intenciones comenzar así el disco. O, del otro lado, el no menos impresionante, formado por "A way to forget", "1988" y "Pere i Laila", donde por momentos el sonido cadencioso de sus guitarras parece poder cristalizar en cualquier momento.
¿Y la cercanía que comentaba? ¿Qué es lo que conecta esta banda con la de los discos anteriores? Pues que indudablemente, siguen siendo Polar, con su juego de guitarras inconfundible, con ese cuidado máximo sobre el sonido, con ese control de parámetros musicales como la dinámica, la tensión, la velocidad... Porque si hay algo que ha quedado claro a lo largo de los más de doce años que llevan con nosotros, Polar son ellos mismos y suenan a ellos mismos. Inconfundiblemente.
Tracklist
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01. Tell me
02. Martin Eden
03. Stuart
04. Tunnel
05. A way to forget
06. A cup of coffee
07. 1988
08. Pere i Laia
09. When morning comes
10. The band